La era mesolítica
Mesolítico es el
término que se utiliza para resumir el período de la prehistoria que sirve de
transición entre el Paleolítico y el Neolítico. Significa Edad media de la
piedra (del griego μεσος, mesos=medio; y λίθος, líthos=piedra) por
contraposición al Paleolítico (Edad antigua de la piedra) y al Neolítico (Edad
nueva de la piedra),1 identificándose con las últimas sociedades de
cazadores-recolectores.2 Los hábitos de las culturas del Mesolítico eran
básicamente nómadas, con asentamientos estacionales de invierno y campamentos
de verano, aunque en algunas regiones costeras europeas y en el Oriente Próximo
(allí donde encontraron recursos suficientes y regulares) comenzaron a vivir de
una manera más sedentaria. Esto fue posible gracias a la ampliación del
espectro alimentario, que incluyó una gran variedad de alimentos que los
especializados cazadores del Paleolítico superior no consumían. Relacionado con
estos cambios de dieta estaría la mayor diversificación, especialización y
cantidad de utensilios líticos, así como la desaparición de la pintura rupestre
figurativa paleolítica, reemplazada por un arte más abstracto.
Cronología
El Mesolítico
comenzaría con la transición del Pleistoceno al Holoceno, hace unos 12 000
años, y finalizaría con la aparición de los modos de vida productores, cuya
cronología varía mucho de unas regiones a otras y de un continente a otro:
mientras que en el Oriente Próximo la neolitización despuntaba sobre el 9000 a.
C., a Escandinavia y ciertas áreas de la Europa atlántica no llegó hasta el
4000 a. C.
En el Oriente Próximo
la dieta de espectro amplio empezó a adoptarse hacia el 12000 a. C. con los
grupos natufienses, herederos de los kebarienses, que presentan las primeras
muestras de urbanismo en el yacimiento de Nahal Oren. El natufiense es un complejo
cultural que se extendió por todo el Levante mediterráneo y se caracteriza por
la existencia de pequeñas aldeas formadas por cabañas circulares con zócalos de
piedra que, en ocasiones, tienen silos anexos donde se guardaba el cereal
silvestre recolectado, aunque también sirvieron como lugar de enterramiento. De
forma paralela se desarrollaron los grupos de Karim Shair en el norte de Irak,
los cuales recolectaban también vegetales y empezaban a ensayar la
domesticación de la cabra.7 Hay procesos similares y contemporáneos en el Alto
Egipto y Nubia. Hacia el 10300 a. C. éstos comienzan a darse en el norte de
India, en el estado de Uttar Pradesh. Sobre el 9000 a. C. en el sur de China,
en la provincia de Yunnan, así como en Japón, México, costa peruana y valle del
río Misisipi.
Clima
y medio ambiente
Esta época estuvo
marcada por la finalización del último periodo glacial y la progresiva
implantación de un clima templado/cálido que permitió el aumento de los bosques
y la biodiversidad, aunque también provocó la inundación de amplias zonas
costeras. Cambios que influyeron necesariamente en el comportamiento y en la
cultura material de los humanos de la época.
La retirada de los
hielos en Eurasia y América del Norte condujo a la formación de extensas praderas
temporales que fueron pronto sustituidas por frondosos bosques. Alrededor de
los trópicos se crearon amplias fajas esteparias y/o semidesérticas. Como
consecuencia de estos cambios ecológicos y sobre todo de la presión cinegética
del Homo sapiens,9 la megafauna pleistocénica se extinguió, aunque mamíferos
como el reno y el bisonte emigraron hacia latitudes más nórdicas. Prosperaron
animales de costumbres forestales y menos gregarias, cuya caza resultaba más
compleja: el ciervo, el alce o el jabalí.
Al comenzar el
Holoceno, el Levante mediterráneo presentaba un variado mosaico de ecosistemas
formado por llanuras costeras, una franja boscosa, estepas mesetarias y
desiertos. Estos ambientes soportaban una rica fauna y flora que permitió a sus
pobladores asentarse de manera más o menos estable en aldeas manteniendo una
economía de caza-recolección.
Economía
y sociedad
Al desaparecer o
emigrar los animales que suponía la base de la dieta humana en el Paleolítico
superior el espectro alimentario tuvo que ser ampliado. Para cazar las especies
forestales el hombre debió utilizar perros, el primer animal que domesticó, ya
a finales del Paleolítico superior en Europa occidental. La dieta se
diversificó enormemente, incluyendo entonces otros pequeños mamíferos y aves
como los gansos, tordos, faisanes, palomas, etc. La recolección de frutos y
raíces se extendió, y aumentó espectacularmente el consumo de caracoles y
conchas, como lo demuestran los enormes concheros de la vertiente atlántica
europea y los caracoleros de las cuevas pirenaicas. También se comenzó a
desarrollar la pesca fuera de la costa, en mar abierto.
Microlitos (trapecios)
y flecha mesolítica procedente de la turbera de Tværmose (Dinamarca).
Se fabricaron trineos,
en un principio tirados por hombres y luego por perros, y canoas hechas con
pieles o cortezas de árboles. De la corteza del abedul extraían un producto
utilizado como cola. Aunque en Europa nunca se abandonaron del todo las cuevas,
se construían también chozas de troncos y ramas a orillas de los ríos, en las
cuales vivían al aire libre, y de las cuales se conservan pocos vestigios, pero
en cuyos emplazamientos se localizan objetos de piedra tallada; tales lugares
son conocidos como "talleres de sílex". En lugares costeros ricos en
pesca y marisco se establecieron los primeros asentamientos permanentes de gran
tamaño.
La industria lítica
muestra una clara tendencia a la fabricación de pequeños utensilios adaptados a
las nuevas situaciones y usos, muy especializados, los microlitos. Estos eran
utilizados para la recolección de moluscos y para su apertura, como puntas de
flecha, como raspadores, buriles, etc. Las armas más abundantes fueron los
arcos, hechos de madera y tendones de animales, con flechas que incorporaban en
su punta microlitos de variadas formas geométricas: triángulos, trapecios, etc.
También se usaron flechas manufacturadas enteramente en hueso, en asta o en
madera.
En el Próximo Oriente
se produjo un aumento en la densidad de la población, que comenzó claramente a
hacerse más sedentaria. En la que se conoce como cultura natufiense ya se
anticipaban los grandes cambios del Neolítico. Eran cazadores-recolectores
altamente especializados en la caza de la gacela y en la recolección de
cereales silvestres, que almacenaban en silos situados en campamentos base
ocupados durante todo el año. Estos estaban formados por aglomeraciones de
viviendas circulares, semi-excavadas en el suelo, de una sola habitación y
probablemente construidas con troncos y ramas. Utilizaban molinos y morteros de
piedra de gran tamaño (algunos de ellos decorados en sus bordes), hoces y
cuchillos de hueso adornados con figuras de animales, y enterraban a sus
muertos en necrópolis cercanas a los poblados (en cuevas) o bajo el suelo de
las casas. En los ajuares de estos enterramientos se comienzan a apreciar
diferencias sociales que pueden estar relacionadas con unas incipientes
jerarquización y desigualdad sociales, inexistentes hasta el momento, pero que
tendieron a aumentar en los siguientes períodos.
Arte
Al terminar el
Paleolítico Superior también desaparecieron con él sus espléndidas
manifestaciones artísticas, apareciendo otras nuevas, influenciadas,
inevitablemente, por los cambiantes factores climáticos y los nuevos hábitos
socio-económicos. El problema de este nuevo arte post-paleolítico es que
resulta muy difícil de datar y los investigadores no se ponen de acuerdo acerca
de su periodización. Unos opinan que representaciones como las del arte
naturalista levantino son ya del Neolítico inicial, otros que es anterior. De
cualquier manera, el arte no desapareció y lo seguimos encontrando en abrigos
rocosos (arte parietal) y en objetos personales (arte mueble).
Escultura
de Lepenski Vir.
El arte se volvió
conceptual y racionalista, basado en lo geométrico y lo abstracto.1 La cultura
aziliense de la cornisa cantábrica y del Pirineo francés nos ha deparado
abundantes cantos rodados decorados con seriaciones de bandas, puntos, rami-formes,
etc., de carácter abstracto, y a los que se les otorga un significado
mágico/simbólico. La cultura natufiense destaca, entre otras cosas, por sus
características representaciones de animales en morteros de mano, mangos de hoz
o cuchillos, o sea, por su arte mueble.
En el Levante español
grupos humanos dejaron pinturas que muestran una evolución del arte rupestre
hacia modelos más esquemáticos, que representaban movimiento. En las paredes de
los abrigos rocosos estos hombres pintaron complejas escenas de caza, de danzas
y ritos mágicos.15 Las figuras están hechas con pigmentos negros o rojizos, y
son muy estilizadas. A pesar de ello se pueden identificar personajes como
hechiceros/chamanes, gracias a los tocados que les cubren la cabeza, a los
bastones que llevan y a los adornos que les cuelgan de rodillas y brazos;
también se aprecian hombres con plumajes y brazaletes en brazos y tobillos,
mientras que las mujeres lucen largas faldas. Hay mucho movimiento (como
contraste con el arte paleolítico) y las luchas entre grupos aparecen con
relativa frecuencia, con batallas de arqueros que incluso llegan al cuerpo a
cuerpo.
En Sierra Morena
(Andalucía) se han encontrado figuras antropomórficas y teriomórficas
(especialmente de cabras montesas y ciervos) muy esquematizadas, junto a signos
del tipo de círculos, puntos, soles, ondulaciones. Otras representaciones
importantes se han descubierto en Alpera (Albacete), Cogul (Lérida), Barranco
de los Gascones (Teruel), Villar del Humo (Cuenca) o Barranco de Gazulla
(Castellón).
La
"Revolución mesolítica"
Para ciertos autores la
revolución neolítica comenzó a gestarse realmente durante el Mesolítico. Para
B. Hayden y A. Tes-tart durante este período aparecieron grupos de
cazadores-recolectores especializados en unos pocos tipos de recursos
abundantes y seguros, que se podían almacenar durante buena parte del año, lo
que les permitió aumentar su demografía y sedentarizarse. La acumulación de
bienes habría provocado las primeras desigualdades sociales y la aparición de
jerarquías, encabezadas por aquellos que se habrían encargado de la gestión de
los excedentes. Así habrían surgido las jefaturas, ligadas siempre en sus tomas
de decisiones a los chamanes. Para Tes-tart, la recolección y la caza
intensivas de unas pocas especies, habría llevado gradualmente a una serie de
mejoras técnicas que seleccionaron artificialmente aquellas, desembocando
naturalmente en su posterior domesticación. Por todo ello, ambos consideran que
la verdadera revolución se produjo en el Mesolítico, cuando fueron establecidas
las bases económico-sociales que se desarrollaron posteriormente, durante el
Neolítico.
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